Kalaca nació en Cartago,
su madre murió hace nueve años, tiene una hija y no consume drogas. Esta es su
historia.
A mí me gusta que me
digan Kalaca, pero mi nombre es Erik Jeinner, de Cartago
Siempre me han gustado
las claveras, y, finalmente las calaveras representan a todos, sin importar que
seamos hombre o mujer
Pueda que tenga cara de
muerto, pero me siento bien:
“El Carnicero”, mi
modificador corporal, me ha hecho lo siguiente: pigmentación ocular,
bifurcación de lengua, tatuajes.
Tengo una novia, y me ha
hecho cambiar varias locuras. Uno aprende que lo importante es que me quiera
Siempre se me ha ido
platica en mis modificaciones, ya perdí la cuenta
Para el futuro pretendo
dejarme los dientes en punta, perforarme las tetillas y quitarme el ombligo;
todo planito
Mi madre hace nueve años
murió, y, pues, ya no vivo con mi padre
Apenas les comenté a mis
abuelos, con quienes vivo, que me iba a mochar la nariz, me dijeron que si me
atrevía a hacerlo no podía regresar a la casa
Yo respeto la religión,
no voy a misa ni rezo, no soy de esos
No me dejan ver a mi
hija
Sería bueno tener a mi
hija y darle amor de padre. Sí creo que me alejaron a mi niña por mi
apariencia, es un tipo de discriminación
Señores agentes, les
digo, una persona tatuada no es necesariamente un adicto, un violador o un
ladrón
Tengo hasta mis nalgas y
miembro tatuados. Yo aspiro estar en muchas partes del mundo mostrando el arte
que tengo en mi cuerpo
Yo no soy demoniaco, me
quiero parecer a la muerte, es diferente
Los que me vean por ahí
se pueden tomar una foto conmigo y de paso les hago un tatuaje
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