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viernes, 28 de septiembre de 2018

ASISTENCIA INTEGRAL A MADRES CONSUMIDORAS



El Hospital General de Medellín, en alianza con la Universidad CES, lidera un programa integral que busca beneficiar a madres consumidoras en su etapa de gestación y a los neonatos, con el fin de minimizar los daños que el consumo de drogas y alcohol les pueda generar.
El Hospital General de Medellín es la institución pública más grande de tercer nivel que tiene la ciudad, muchas de las pacientes que allí se atienden son del Sisbén e incluso habitantes de calle.
Según los registros, tres o cuatro de cada diez mujeres embarazadas que ingresan al hospital han consumido alguna sustancia durante la etapa de gestación. Ante esa alerta, las evalúan para determinar si tienen alguna enfermedad mental o si se han automedicado, lo cual genera dos interconsultas: una en la parte de toxicología, para ver de qué tipo de sustancia se trata, y otra por psiquiatría, para establecer qué enfermedad mental tiene la paciente, o si es el caso de una patología dual; es decir, la combinación de ambas.
Determinar qué tanto ha consumido la madre, si lo realizó desde el primer trimestre del embarazo o al final, es fundamental para el tratamiento tanto de ella como del bebé.
Esta realidad llevó a un grupo de profesionales del hospital, entre ellos las doctoras Marie Claire Berrouet Mejía, toxicóloga clínica y docente de la Universidad CES, y Laura Elisa Montoya González, psiquiatra y docente de la misma institución, a preguntarse ¿qué tan frecuente era el consumo de sustancias en las maternas que ingresaban al Hospital General?, ya que los reportes de drogas de Colombia afirman que el consumo va en aumento. “En el año 2014 nos dimos cuenta de que esa frecuencia era incluso mayor que la que se encontraba publicada en otras revistas y artículos; eso hizo que empezáramos a prestarle más atención a las mujeres en estado de gestación”, afirmó Berrouet.
Según la toxicóloga, las drogas se clasifican en estimulantes y depresores. Entre las primeras están cocaína, anfetaminas, metanfetamina, cafeína, nicotina y éxtasis. “Estas drogas pueden irritar al bebé, pero las que puedan llegar a matarlo son las depresoras como alcohol, heroína, morfina, metadona y tranquilizantes, como pastillas para calmar la ansiedad o para dormir”.
Entre las drogas más consumidas por las gestantes en Medellín están alcohol, marihuana, cocaína y tabaco, a diferencia de otros países donde los opioides son los que causan síndrome de abstinencia más grave, entre ellas están tramadol, morfina o codeína administradas sin supervisión médica.
Entre las maternas atendidas en el Hospital General hay quienes hicieron sus controles en otra parte y otras que, siendo habitantes de calle, llegan en su momento crítico ansioso o psicótico, y al someterlas al trabajo de parto los riesgos para el bebé son mayores.
El programa de atención integral
El Hospital General es pionero en este tipo de atención a las madres gestantes consumidoras. Una vez ingresa la paciente y hay indicios de consumo, de inmediato se activa el protocolo y la madre es atendida por toxicología y psiquiatría, para evaluar su estado de salud. 
Al momento del parto, los médicos verifican si tuvo controles prenatales o no, los ginecólogos evalúan si hay enfermedades infecciosas y por el lado de tóxicos, se analiza la orina al bebé, para revelar la relación entre el último consumo de la mamá y del niño. “Con esa asociación se evalúan los riesgos, porque si la mamá había acabado de consumir en el proceso de parto, entonces vemos si el bebé muestra signos de abstinencia”, explica la doctora Berrouet.
Los bebés son llevados a la unidad de neonatos, a cuidados especiales o intensivos, dependiendo del caso y en ese escenario empiezan a identificar qué otros problemas pueden tener.
La doctora Berrouet explicó que en la unidad de neonatos se les hacen, por ejemplo, medidas no farmacológicas, buscando que ellos se sientan más tranquilitos, se mira su peso y si tolera la vía oral. Cuando salgan del hospital deben heber superado el síndrome de abstinencia y cumplido con todo el tratamiento.
El Hospital General es la única institución con un banco de leche y con programa de nutrición y fisioterapia, buscando darles a esos niños el ambiente óptimo, lo cual facilita superar el síndrome de abstinencia, ya que no consumen la leche de la madre consumidora.
El tratamiento para cada recién nacido es variable y depende del tipo de droga que haya consumido la madre. Para la cocaína son mínimo tres días y para la marihuana, entre cinco días y una semana. “Hay niños que pueden presentar otros problemas; entonces su estancia se puede prolongar un poco más hasta minimizar los riesgos y asegurar que ese bebé sale en buenas condiciones. Entonces allí también se involucra la parte social del hospital, para evaluar si esa mamá tiene red de apoyo y poder garantizar el bienestar del niño”, dijo Berrouet.
La meta en el corto plazo es prestar todo el servicio de manera integral y articular y canalizar el sistema de salud para que todo funcione de forma armónica en un mismo sitio, y que la paciente y su bebé no tengan que desplazarse a otros lugares de su EPS a continuar con el tratamiento poshospitalario que hacerse lo más temprano posible para minimizar los riesgos.
El seguimiento es fundamental para que no se pierda el trabajo logrado tanto con la madre como con el niño, aprovechando que el hospital integra obstetricia, psiquiatría y toxicología, lo que permite ver a futuro el desarrollo del menor.
“Como docentes que somos, buscamos que las nuevas generaciones de médicos se vinculen, se sensibilicen con este problema y lo detecten. Para ello la Universidad CES ha hecho muchos avances porque tiene un instituto de excelencia en salud mental. Los estudiantes pasan por psiquiatría, toxicología, salud familiar, obstetricia y cuando están aquí hacen parte de ese manejo integral”, puntualizó la psiquiatra Laura Elisa Montoya González.
Montoya explicó que la conciencia de las madres consumidoras frente al daño que pueden ocasionar al bebé es muy variable, porque depende de la enfermedad mental que haya de base. Más o menos del 60 al 80 % de adictas a una sustancia tienen una enfermedad mental; una cifra muy alta. Puede ser trastorno afectivo bipolar, esquizofrenia, depresión o ansiedad; el grado de conciencia se puede ir adquiriendo a la par con el tratamiento.

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