Una investigación de
maestría realizada en la Universidad Nacional reveló que la modalidad de empleo
de ventas por catálogo es precaria y, como estas empresas no asumen compromisos
laborales, se estaría contribuyendo a que estas compañías acumulen cuantiosos
ingresos.
“Esta modalidad de
empleo se considera precaria porque presenta niveles inferiores de seguridad
social, derechos laborales y remuneración, si se compara con los empleos
típicos”, asegura el abogado Manuel Bastidas, magíster en Derecho de la Universidad
Nacional y autor del estudio, citado por la Agencia de Noticias de la
Universidad Nacional.
La investigación
señaló que el 68% de las encuestadas que se dedican a la venta directa por
catálogo no tienen otro trabajo, frente a un 32% que sí lo tienen.
El estudio agrega:
"La venta de productos por catálogo, o venta directa, se caracteriza tanto
por trasladar al trabajador los riesgos y responsabilidades de la relación
contractual como por generar incertidumbre sobre la duración del empleo y
obstaculizar el acceso a los sistemas de protección social y de derecho
colectivo".
Según cifras
oficiales reveladas por la Asociación Nacional de Industriales (ANDI), en 2017
las ventas por catálogo sumaron 2,36 billones de pesos en ropa; es decir, el
16,85% de la facturación de ese sector.
Asimismo, se reportó
que en el mismo año las ventas directas cerraron con 6,97 billones de pesos, de
los cuales un 44% correspondió a cosméticos y belleza mientras el 34% se ubicó
en la categoría de ropa, moda y complementos.
El investigador
comenta que este tipo de venta moviliza una enorme fuerza de trabajo,
especialmente femenina. La mayoría de ellas son amas de casa, algunas son
desempleadas o con bajos niveles de escolaridad.
“En Colombia, el 98%
de las cerca de 200.000 representantes mujeres son cabeza de familia, de
niveles socioeconómicos 1, 2 y 3. Su margen de ganancia hoy puede ser del 25%
y, además, tienen la posibilidad de ganar premios, incentivos y
entrenamientos", señala el estudio.
De la misma manera,
la investigación también señala que "estas empresas –de cosméticos, ropa u
otros productos– terminan llevando a las trabajadoras a jornadas ilimitadas,
pues aunque no imponen un tiempo máximo de labor, ellas se comprometen más con
la actividad porque de eso depende el incremento de las ventas, y por ende
mejores ingresos".
“Como no tienen una
jornada de trabajo definida, no saben en qué momento empieza su trabajo con la
compañía ni su labor doméstica, es decir que no existe una frontera entre estas
dos actividades”, puntualiza la investigación.
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