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lunes, 13 de agosto de 2018

LA DURA HISTORIA DETRÁS DE LA INFANTIL BANDA MARCIAL DE MAGÜÍ PAYÁN EN NARIÑO



Aunque fue grabado y subido a YouTube hace dos años, apenas este fin de semana la banda marcial infantil de Magüí Payán, un municipio del suroccidente de Nariño, casi pegado al Océano Pacífico, se hizo famosa en Colombia y, de paso, conmovió más de un corazón por la forma y los instrumentos de los niños protagonistas.
En el video se aprecia a 14 niños, todos en pantaloneta y camisa playeras, sujetando tarros arropados por el polvo que desprende la calle. Las motos no respetan el protocolo, pero los niños lejos de amedrentarse, emprenden la marcha con la sinfonía de los elementos reciclados.
Desde aquel 2016 y esperando que las redes sociales los premiaran con la fama, la banda marcial ha tenido que lidiar con más contratiempos que alegrías, a pesar de que ha recibido una que otra donación.
Para empezar, los niños que salen marchando y tocando en el video, lo llevan haciendo de esa manera desde el año 2014, cuando a David Hurtado, el instructor de la banda, se le ocurrió pintar unos tarros, planchar algunas tapas de zinc, acomodar cuerdas y conseguir palos. Muchos palos. Luego invitó a niños del municipio e iniciaron una marcha marcial por las calles.
La misión: sacar a los niños -por unos minutos- de la realidad de un municipio olvidado por los entes gubernamentales, golpeado por la minería ilegal y 'víctima' de constantes apagones generados por un precoz sistema eléctrico. Además, soñar entre todos con aparecer en el radar de Colombia, así sea por un pequeño rato.
Para lograr ese objetivo, la Fundación Jóvenes Educadores de Magüí Payán acogió a los pequeños aventureros, luego de que ciertos aprovechados organizaran rifas en su nombre para comprarles los instrumentos. La plata nunca apareció.
James Tenorio, de 22 años, representante legal de la Fundación, cuenta que "al ver la ilusión de los niños decidimos grabar ese video y subirlo a YouTube para buscar apoyo y hace como dos meses tuvimos la oportunidad de conseguir varios de los instrumentos, los cuales fueron donados desde ciudades como Pasto, Pereira e inclusive desde Estados Unidos".
Ha recibido muchas más llamadas, dice, pero no ha aceptado las ayudas, porque él le huye a la política. "Con el tema de este video nos ha llamado muchos que quieren aportar, pero desde mi posición de líder no quiero vincular esto con política. No quiero politizar esta labor social".
James nació en la vereda Bellavista y al igual que muchas familias que hoy habitan Magüí Payán salieron desplazados de su región natal en el año 2009 por violentos enfrentamientos entre grupos armados al margen de la ley. Muchos de los niños de la banda nacieron en este municipio producto de ese desplazamiento.
James Tenorio tiene 22 años y desde el 2012 ha liderados actividades sociales
Tres años después de su llegada a Magüí Payán inició con su labor social, primero vinculándose como líder voluntario en la Defensa Civil, luego siendo tesorero de esa entidad en 2015, en ese mismo año asumió la Junta -cargo que ostenta hasta ahora- y en 2016, junto a otras víctimas del conflicto armado creó la Fundación Jóvenes Educadores de Magüí Payán.
"Yo entiendo la necesidad de alguien que no la está pasando bien, porque yo también pasé por eso", agrega.
Ahora que David Hurtado no está en Magüí Payán, porque estudia en Cali, James quedó a cargo de la banda. Él custodia los instrumentos y guía los ensayos los sábados y domingos. "En la actualidad tenemos casi 25 niños", cuenta.
Con sus músicos, James recorre las calles de Magüí Payán sin desentonar "porque queremos demostrarle a Colombia que este municipio existe, que nosotros también estamos aquí (...) Queremos que los niños no vivan lo que nosotros vivimos".
— ¿Ahora sí me entiende cuándo le digo que no quiero que políticos se metan en esto? — dice, y acto seguido él mismo entrega la respuesta:
"Porque la política es algo transitorio y nosotros estamos acá con un tema social y comunitario que pretendemos que sea estable y durarero", puntualiza.
Sin embargo, todos no entienden esa consigna; por ejemplo, la Alcaldía de Magüí Payán, según James, está sacándole jugo a la viralidad de estos humildes músicos.
"Ayer tuvieron una reunión con un ministro y se han adueñado del tema, y nos han dejado a nosotros como fundación por fuera de este proceso.
Ellos se van a reunir en Bogotá. Crearon nuevos instrumentos con tarros reciclados y van a presentar eso", denuncia James con su voz seca y tosca, como aquel que imparte tareas para no descuidar ni un solo detalle.
"Esperamos mostrarle al país que Magüí Payán no solo es esto de la banda que se está promocionando ahora, sino que también hay muchas otras cosas que mostrar".
Como en Magüí Payán no hay una señal de celular fluida, James cuenta los pormenores de esta banda marcial a través de notas de voz de WhatsApp. "Más allá de las complicaciones que hemos tenido, nosotros nos hemos dado cuenta de que estamos a tiempo de guiar a esa niñez por el buen camino, porque estos son espacios de paz que de alguna u otra manera construyen país".
Por ahora, los músicos de Magüí Payán solo brillan en las pantallas de celulares y computadores, mientras batallan en silencio contra el apagón estatal.
La Fundación Jóvenes Educadores Magüí Payán se dedica al desarrollo de actividades artísticas, sociales, deportivas y de medio ambiente con niños, jóvenes, adultos mayores y madres cabeza de familia.

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