EL TIEMPO
El primer contrato
para sacar los discos compactos (CD) de la agrupación Los 50 de Joselito, con
la casa disquera FonoCaribe, se firmó en una servilleta. Era un viernes de
septiembre de 1998. Tres meses después habían vendido 1’200.000 copias de ese
primer trabajo discográfico, titulado Legando una tradición.
Así lo recuerda hoy,
20 años después, Álvaro ‘Chocolate’ Quintero, uno de los cerebros de la
creación de esta orquesta de música tropical, que todos los diciembres,
religiosamente, saca una nueva producción musical para poner a bailar a los
colombianos.
EL TIEMPO habló con
Quintero sobre este éxito sonoro asegurado todos los fines de año. Cuenta cómo,
gracias a esta agrupación, ha podido conocer más de 25 países en el mundo y en
uno de esos viajes entabló amistad con un australiano que tenía guardada toda
la colección discográfica de Los Joselito.
¿De dónde surge la
idea de crear esta agrupación?
Nació en la estación
de radio La Z, 92.9 FM, en el año 1998, cuando Raúl Campos y yo pensamos en la
necesidad de hacer un grupo juvenil que rescatara esa música de los años 50,
específicamente el vallenato que se tocaba con guitarra.
Pero ¿se basaron en
algo para escoger las canciones del primer disco compacto?
Sí. En esos días
recibimos un paquete de discos de la disquera Fuentes con lo mejor de Guillermo
Buitrago, y me dediqué a sacar los mejores temas, más uno que en el Valle del
Cauca es un clásico y se titula María Teresa. Al final hice el repertorio con
13 canciones y Raúl las aprobó. Empezamos a buscar quién nos podía producir y
arreglar estos temas. Pensamos en varias personas, pero algunos estaban con
otros proyectos, otros de pronto no tenían el concepto que buscábamos; pero en
una tarde llegó Nelson Díaz (q. e. p. d.) a la emisora a mostrarnos un proyecto
personal que tenía de salsa. Le dije: “Es bueno el proyecto, pero esa música es
muy vigente”, y aproveché y le expuse la idea de una agrupación que rescatara
ese vallenato autóctono. Cuál sería mi sorpresa cuando Nelson me dijo que era
hermano de Julio Torres, ¡el creador de Los Alegres Vallenatos!, además de ser profesor
de guitarra en el colegio Don Bosco y director de la orquesta Constelación.
Claro, en dos días
hizo las guías de las canciones y empezamos a ver que el sueño se estaba
haciendo realidad.
Y el nombre de Los 50
de Joselito,
¿de dónde salió?
Después de varias
reuniones con los socios del proyecto surgieron varias ideas como Los
Cachaquitos, Los Parranda, etc., pero no era lo que queríamos. Entonces en una
charla con el director general de Todelar, Luis Guillermo Troya, llegamos a la
conclusión de que era música de los años 50, a esto se sumaba que se
conmemoraban los 50 años de la muerte de Guillermo Buitrago y en los años 50
era muy popular el nombre Joselito; a esto se sumó el tema pegajoso Dame tu
mujer, José, que dice en los coros Ay Joselito quiero esa muchacha hombe porque
tiene la vida muy risueña, y entonces Troya se levantó, nos miró fijamente y
dijo: “Esto se llamará Los 50 de Joselito”, y todos lo aprobamos.
Esta agrupación desde
hace 20 años ha tenido tres cantantes con guitarra,
¿de dónde salen ellos?
Ese casting se hizo
al mismo tiempo que buscamos el nombre de la agrupación. En total se
presentaron cerca de 150 muchachos. En un principio con Raúl pensábamos que con
dos cantantes estaría bien, pero Nelson nos sugirió tres, por si alguno se
enfermaba o pasaba algo, y así fue como se escogieron los tres cantantes
iniciales.
¿Hubo alguna casa
disquera que los apoyara fácilmente?
Después de terminar
de grabar el CD a finales de septiembre de 1998, la tarea no fue fácil para
encontrar quién nos apoyara con disquera. Aunque teníamos a favor la emisora
que era número uno en ese año, la programación era de otro género musical.
Visitamos varios
sellos, como F. M., Sony, Codiscos, Polygram, Fuentes, entre otros, y la
mayoría nos dijeron que ya era tarde, pues argumentaban que ya casi todos los
discos de final de año estaban listos.
En ese corre corre
solo nos quedaba una opción que era FonoCaribe, la manejaba Armando Benavides,
gran disquero y con un olfato para el éxito como ningún otro. Lo llamamos y nos
dio cita para un viernes de septiembre. Llegamos a su oficina y al son de una
charla y unos whiskies escuchó las canciones y dijo “ese palo es mío”. Firmamos
en una servilleta ese primer contrato.
En un principio con
Raúl pensábamos que con dos cantantes estaría bien, pero Nelson nos sugirió
tres
¿Cuántas copias
vendieron en ese diciembre?
1’200.000 copias;
esto lo convirtió en el trabajo más vendido de la música tropical colombiana.
Para el siguiente año
me imagino que las cosas fueron más sencillas...
Sí, vinieron
propuestas de todas las disqueras, hasta el doctor Ardilla Lülle, dueño del
sello Sonolux y la cadena radial RCN, mostró interés y con ellos se firmó el
segundo trabajo, que se tituló El pájaro amarillo.
¿Salió de deudas, qué
hizo?
Llevaba 25 años como
disc jockey en diferentes discotecas de Bogotá. Raúl Campos y Luis Guillermo
Troya me buscaron en la discoteca Bayamon de Galerías y me ofrecieron programar
en La Z, porque les gustaba mi estilo. En ese momento me acordé de mi abuela
Lola, que me dijo: “El que a los 20 no trabajó, a los 30 no consiguió y a los
40 se jodió”, y pensé: ‘Es hora de dar un paso’, y llegué a esa emisora y ahí
nació Los 50 de Joselito. Con todo esto salí de deudas, compré mi casa y mi
carro y, lo mejor, nació mi hijo, que es mi bendición.
¿Qué ha significado
para usted Los 50 de Joselito?
Los Joselito para mí
son mi familia, son 20 años junto a Raúl Campos, Luz Marina Ramírez (esposa de
Nelson Díaz) y un equipo de 18 personas llevando alegría al público. He
conocido más de 25 países y he estado en Europa, Centroamérica y Australia.
¿Qué recuerda de esas
giras?
Creo que los mejores
shows han sido en Londres y Boston, este último fue una locura total. En
Australia, un señor natural de allá nos buscó y nos mostró toda la colección de
Los Joselito, eso fue algo muy bonito. A los boricuas les llama mucho la
atención el requinto colombiano, nos decían Jhonny Pacheco y Luisito Ayala que
este instrumento lo asemejan al cuatro puertorriqueño.
¿Cómo fue eso que en
Venezuela pensaban que estaban doblando en la tarima?
Sí, alternábamos con
Adolescentes Orquesta y con Billo’s Caracas Boys, y ellos pensaban que
estábamos doblando. Para demostrarles que era en vivo, paramos la música y
empezamos a interpretar instrumento por instrumento; fue algo muy curioso.
También hemos alternado con Los Papines de Cuba y Buena Vista Social Club.
Esta es la primera
producción, que salió en 1998.
Con este CD de
colección celebraron 15 años de éxitos.
Cada fin de año, Los
50 de Joselito sacan una producción.
Esta es la primera
producción, que salió en 1998.
Con este CD de
colección celebraron 15 años de éxitos.
¿Quiénes hacen parte
hoy de Los 50 de Joselito?
En la parte vocal
está Andy, que es de Moniquirá (Boyacá), hacía parte de una orquesta que tocaba
de todo. También está Harry, que es de Bucaramanga, desde los 5 años cantaba
rancheras y había participado en programas como Star Kids, El factor X, entre otros,
y por último está Kamy, que es músico y percusionista natural de Medellín. A
ellos los acompaña un grupo de músicos, todos profesionales, algunos tienen
proyectos personales, pero todos con amor propio hacia Los 50 de Joselito.
¿Cuántos Joselitos
han pasado por la agrupación? En total han sido ocho con los actuales, es
decir, tres generaciones.
¿Cuál ha sido el
secreto para que Los 50 de Joselito siga vigente?
El éxito está basado
en el respeto al público y a las raíces originales de la música tradicional. Se
escoge el repertorio para el público bailador y sus arreglos se respetan. Hay
entrega por parte de cada uno de los integrantes, ahí está el secreto.
¿Cuánto vale un
‘show’ de esta agrupación?
Veinte
millones de pesos en Bogotá, y en otras ciudades se agregan los gastos.
¿Baila con esa
música?
Sí, en los
diciembres, y también pongo salsa, es una buena combinación.
Y la pregunta
obligada, ¿por qué le dicen Chocolate?
Pues mi papá era
moreno, y Miguel Granados Arjona, el viejo Mike, que fue el locutor que trajo
la salsa a Bogotá, nos empezó a decir así recién llegamos de Cali junto con mi
hermano Jorge.
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