En dos meses, más de
800 mil personas adelantaron este trámite. ¿Serán unas elecciones históricas?
Aunque las cifras dicen que sí, analistas explican las razones de la fiebre
electoral.
La fila o cola es una de las situaciones que invitan al encuentro del colombiano promedio. En el país que se prepara para elegir a un nuevo presidente de la República, se hace cola casi para todo. Para comprar comida, para pagar los servicios públicos, para subirse a un bus, para reclamar la pensión y, desde luego, para votar. En este caso, para inscribir la cédula y poder participar en las elecciones presidenciales que se celebrarán el próximo 27 de mayo.
La fila o cola es una de las situaciones que invitan al encuentro del colombiano promedio. En el país que se prepara para elegir a un nuevo presidente de la República, se hace cola casi para todo. Para comprar comida, para pagar los servicios públicos, para subirse a un bus, para reclamar la pensión y, desde luego, para votar. En este caso, para inscribir la cédula y poder participar en las elecciones presidenciales que se celebrarán el próximo 27 de mayo.
Lo que se dice y oye
mientras se hace una cola como estas es un resumen del debate y la polarización
política por la que atraviesa Colombia. “Petro nos tiene asustados, por eso hay
tanta gente que viene a hacer esto”, dice un hombre de traje que decide
quitarse la corbata y sentarse en el piso mientras espera que la fila avance.
“¡Viva el
castrochavismo!”, ironiza un joven que escucha el comentario del trabajador.
Saca su celular y le enseña a su novia un video que se hizo viral en el que
Petro llama “ignorante” a Iván Duque. Ambos sueltan una carcajada burlona y
niegan con la cabeza. “Esta fila la hago con amor, para evitar que Colombia se
convierta en Venezuela”, dice una señora de la tercera edad que observa
indignada la escena.
Votar. Esa es la
premisa, aunque las motivaciones son diferentes. Para evitar que Colombia se
convierta en Venezuela, para impedir que Petro inicie un proceso de
expropiación masiva, para frenar la posibilidad de que Uribe gobierne en cuerpo
ajeno o para evadir los extremos políticos. Esas, grosso modo, son las
motivaciones que las diferentes campañas presidenciales han intentado vender
con el objetivo de que los colombianos salgan masivamente a las urnas el último
domingo de mayo.
Ayer venció el plazo
para la inscripción de cédulas y las cifras sorprenden. En diálogo con El
Espectador, el registrador delegado para lo electoral, Jaime Hernando Suárez,
señaló que, desde el 11 de enero de 2018, día en que se cerró el proceso de
inscripción de cédulas para las elecciones legislativas, se han inscrito más de
800 mil personas. “Son cifras que no habíamos visto nunca para elecciones
presidenciales. Sólo el fin de semana pasado se inscribieron más de 200 mil
colombianos”.
Bogotá es un buen
termómetro para medir la temperatura de la que parece ser la fiebre electoral
más alta de las últimas tres elecciones. Según la Registraduría, la capital de
la República tiene un potencial electoral de 2’657.008 votantes. En los últimos
dos días habilitados para este trámite, unas 50 mil personas adelantaron ese
proceso. En promedio, según pudo constatar El Espectador, durante la última
semana del trámite de inscripción de cédulas, cada ciudadano se demoró entre 40
minutos y una hora para inscribir su documento de identidad. Las quejas por las
demoras estuvieron a la orden del día, y el tiempo para hablar de política
sobró.
“El problema es que
las personas dejan todo para última hora y muchos llegan a hacer fila sin la
información necesaria. Por ejemplo, desconocen que no es necesario volverse a
inscribir para votar en las elecciones de presidente si ya se encuentran
inscritos en el censo electoral y van a votar en el puesto de votación donde lo
han hecho en elecciones anteriores”, explicó Suárez.
¿Serán unas
elecciones en las que se romperán récords de participación?, es una de las
preguntas que se hace la opinión pública. En este sentido, el reto es superar
las cifras de las elecciones presidenciales de 1974, cuando fue elegido Alfonso
López Michelsen. Ese año la participación llegó al 58,57 %. El presidente
obtuvo una votación individual de 2’929.719 respecto de la votación total, que
fue de 5’218.855.
Según cifras de la
Registraduría, en la historia de Colombia sólo en cuatro elecciones
presidenciales (1958, 1970, 1974 y 1998) se ha superado el 50 % de
participación. ¿Hay motivos para pensar que en esta ocasión crecerá
significativamente la participación política de los colombianos? A la luz de
los primeros datos divulgados por la máxima autoridad electoral, la respuesta a
este interrogante puede ser positiva. Esto, sumado a los diferentes
ingredientes del actual debate electoral, que estaría llevando a los
colombianos a tomar partido en torno a una sola ideología, presentaría un panorama
esperanzador.
El analista político
Juan Manuel Charry advierte que esto no necesariamente indica que hay un mayor
interés de los colombianos en temas electorales. “Lo que se está discutiendo en
la campaña, demuestra el bajo nivel del debate electoral. Los candidatos tratan
de ganar votos con base en la generación de miedos y enfrentamientos
personales. Que esto pueda motivar a que la gente salga a votar no es algo
extraño, pero de ahí a decir que será una participación histórica, hay mucha
diferencia”.
Sólo hasta el 27 de
mayo se sabrá si hubo o no motivaciones extras que generaron una participación
masiva en las elecciones presidenciales. Hasta ahora lo único claro es que
históricamente las presidenciales han generado más interés que las legislativas.
En la jornada electoral del pasado 11 de marzo, la participación electoral fue
del 48,82%.
“Esto se explica
porque para la ciudadanía es más importante una elección presidencial que una
legislativa. Se le pone más interés al voto de presidente, que al de un senador
o representante. Aparte, a la gente poco le interesa participar en la elección
de un Congreso tan desprestigiado por compras de votos y funcionarios que no
trabajan”, explicó el analista y exalcalde de Bogotá Jaime Castro.
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