Llamamientos al boicot,
problemas de seguridad, la amenaza de los ultras y la rampante corrupción. No
ha sido un camino fácil, pero Rusia ha ido callando bocas a medida que se
acercaba el Mundial y a falta de cien días para el partido inaugural apenas hay
unos pocos lunares en la organización del torneo.
Hasta el presidente ruso, Vladímir Putin, al que no le gusta el fútbol, sino el judo y el esquí, se animó a darle unos toques al balón en el mismísimo Kremlin junto al jefe del fútbol mundial, Gianni Infantino, según un vídeo publicado por la FIFA.
Hasta el presidente ruso, Vladímir Putin, al que no le gusta el fútbol, sino el judo y el esquí, se animó a darle unos toques al balón en el mismísimo Kremlin junto al jefe del fútbol mundial, Gianni Infantino, según un vídeo publicado por la FIFA.
Una vez quedó claro
que los tímidos llamamientos al boicot no prosperarían, algunos países estaban
esperando que Rusia repitiera los errores que cometió en otros deportes,
especialmente en lo que se refiere al dopaje, para que la FIFA le quitara el
Mundial, pero Infantino hizo oídos sordos y cerró filas con el Kremlin.
Rusia ha hecho algo
nunca visto hasta ahora, ya que ha construido diez estadios especialmente para
acoger el Mundial, a lo que hay que añadir dos coliseos remodelados -Luzhnikí y
Yekaterimburgo-, que más parecen nuevos de no ser por que conservan sus
históricas fachadas.
Hace diez años, Rusia
tenía un solo estadio moderno, el del Lokomotiv. Además, los doce estadios
están prácticamente terminados, con la triste excepción del Cosmos de Samara,
el mayor quebradero de cabeza del comité organizador.
No obstante,
recientemente el jefe de Rusia 2018, Alexéi Sorokin, aseguró que "no hay
duda alguna" de que dicho estadio, que acogerá uno de los cuartos de final
del torneo, será entregado a tiempo.
Para asegurarse de
que, no sólo los estadios, sino el césped estarán en perfecto estado de revista
el 14 de junio, el ministerio de Deportes aplazó hasta mediados de abril los
partidos oficiales que debían inaugurar los estadios.
Hay cinco estadios ya
inaugurados -Luzhnikí, San Petersburgo, Fisht (Sochi), Kazán y Spartak- y otros
siete que lo serán en abril, el primero de ellos el de Kaliningrado, que
albergará un partido de liga el 11 de abril.
Es verdad que las
obras de construcción han estado marcadas por constantes retrasos, aumento del
coste debido a la devaluación del rublo, casos de corrupción y muerte accidental
de obreros.
Con todo, los
escándalos no han ido a mayores y el gasto ha sido modesto en comparación con
los 50.000 millones de dólares de los Juegos más caros de la historia, las de
Sochi 2014.
El problema de los
ultras ha vuelto a resurgir con fuerza en las últimas semanas, tras los
violentos incidentes ocurridos antes del partido de vuelta de los dieciseisavos
de final de la Liga Europa entre el Athletic de Bilbao y el Spartak Moscú.
"Los ultras
rusos amenazan el Mundial", titularon entonces los diarios, pero con el
paso de los días, la prensa internacional dejó de cargar las tintas contra los
ultras del Spartak, ya que quedó claro que no fueron los únicos responsables
del altercado.
Aunque la UEFA tomó
nota y podría sancionar al Spartak por reincidencia, la FIFA pareció poner
punto final a la cuestión al asegurar que las medidas adoptadas por Rusia son
más que suficientes.
Además de las nuevas
leyes promulgadas por Putin que endurecen los castigos contra los ultras y las
listas negras de aficionados radicales, el comité organizador ya demostró que
el FAN ID es una iniciativa ideal para prevenir choques entre aficiones.
En cuanto a la
seguridad, la Copa Confederaciones disputada en cuatro ciudades demostró que
Rusia está capacitada para garantizar la seguridad de un evento deportivo de la
magnitud de un Mundial.
Putin ha hecho
hincapié en las últimas semanas sobre ambos asuntos, tanto la radicalización de
la juventud como la amenaza terrorista que se cierne sobre cualquier
competición internacional, y ha pedido a las fuerzas de seguridad que extremen
las precauciones.
Un asunto pendiente
de solucionar es el coste de los hoteles durante el Mundial, ya que en ciudades
como Rostov, Volgogrado y Saransk se han disparado los precios, tanto para
aficionados como para periodistas.
El comité organizador
tomó cartas en el asunto y las autoridades ya han sancionado a numerosos
hoteles por subir los precios de manera injustificada.
Ahora, sólo falta que
el tiempo acompañe, aunque los rusos insisten en que no hay nada que temer y
que el Mundial de Rusia no dejará frío a nadie.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario