Aquella tarde, y
según los testimonios recogidos por los investigadores, una mujer de 37 años,
155 centímetros de estatura, piel trigueña y cabello castaño, identificada como
Chirley Vargas Lozano, habría llegado hasta la ‘cancha de la tercera edad’ del barrio
República de Israel.
Allí se reunió con un
menor de 16 para, presuntamente, proponerle un macabro plan: matar a su propia
madre: Virgelina Lozano Vidal. A cambio, el jovencito recibiría $100.000. Él
aceptó y de inmediato recibió el dinero.
A la medianoche de
ese mismo viernes comenzó el crimen. El homicida ingresó a la casa de Virgelina
saltando por el patio y tomó un cuchillo de la cocina. Como la puerta del
cuarto de la víctima tenía puesto el seguro, se sentó en la sala a esperar.
Cuando Virgelina se
levantó para ir el baño, el muchacho, después de ocultarse en una habitación
contigua, la atacó.
Le propinó varias
puñaladas en el tórax y en la cabeza, lo que le causó la muerte. En ese momento
Gina, 13 años, otra de las hijas de Virgelina, se despertó e intentó auxiliar a
su madre en vano.
El homicida apuñaló a
Gina en el cuello y en la cabeza. Enseguida le exigió que le indicara dónde
estaban las llaves de la reja de la casa para huir. Cuando estaba abriendo,
Gina intentó agredirlo, por lo que el muchacho le propició punta pies y la
golpeó con un ladrillo. La niña se desmayó. El agresor supuso que había muerto.
Durante la madrugada,
le dijo Gina a los investigadores, tomó sorbos de agua hasta que se quedó
dormida. Horas más tarde, la encontró su padre.
Según las pistas que
están siguiendo las autoridades, Virgelina temía que algo le pudiera ocurrir.
Días antes del homicidio había tenido un altercado con la familia del joven que
la asesinó; vecinos suyos, descubrió que habían hecho instalaciones
fraudulentas para tomar la energía de su casa después de que les cortaran los
servicios públicos, por lo que los denunció ante Emcali.
Pero el móvil del
crimen no fue exactamente ese altercado. Los investigadores de la Policía
sospechan que Chirley presuntamente contrató al joven – aprovechando los
conflictos que había tenido con la víctima – para asesinar a su madre después
de meses de discusiones por la posesión de una casa de la familia; una
herencia.
Según el Observatorio
de Seguridad de la Alcaldía, en los últimos tres años en Cali cinco personas
han sido asesinadas por sus familiares debido a problemas por herencias.
En 2016 se
registraron tres casos; en 2017, uno; y el ocurrido con Virgelina Lozano Vidal
en este 2018.
La información sobre
las otras víctimas es bastante escueta. Del primer caso ocurrido en 2016 se
sabe que el fallecido se dedicaba a “oficios varios”, que tenía 25 años, que lo
mataron en una vía pública con arma de fuego en el barrio Potrero Grande.
"Está comprobado
que los maltratos durante la infancia pueden generar conductas antisociales en
el futuro",
El segundo caso de
ese año sucedió en El Caney. De la víctima solo se conoce que fue una ama de
casa de 44 años.
Lo mismo ocurre con
la tercera víctima. En los registros se lee: “caso El Jardín, arma
cortopunzante, pensionado, hombre, vía pública, 61 años”.
En 2017 quien murió
debido a una herencia fue un vigilante de 49 años, asesinado en el barrio Los
Robles.
En el informe anual
de homicidios de la ciudad aparece un dato que llama la atención: en 2016
fueron asesinadas 108 personas, “por problemas asociados con el patrimonio”; en
2017 fueron 105; 213 víctimas en total, casi 3 asesinatos cada diez días.
Sin embargo, en el
Observatorio de Seguridad de la Alcaldía aclararon que aquellos no son
homicidios relacionados propiamente por herencias, sino por hurtos: personas
que les arrebataron la vida por despojarlos de un celular, un reloj, una
bicicleta, nada.
Un fiscal que exigió
la reserva de su nombre reconoce que en Cali no son comunes los crímenes cuyos
móviles son las herencias, pero, explicó, en departamentos como el Cauca o el
Tolima se presentan con más frecuencia y sobre todo “por linderos”: conflictos
por la tierra.
Aunque en la ciudad
hay una herencia famosa que se ha disputado a muerte: la de Humberto Arias, el
expresidente del Deportivo Cali, quien le dejó sus bienes a sus tres hijos:
Humberto Arias Bejarano, Carlos Humberto Arias Guinand y Christian Bryan Arias
González, todos de madres distintas.
El contador de la
familia, Carlos Alberto Sarria, fue asesinado en 2015, y según el testimonio de
un sicario, alias Jefry, fue Humberto Arias Bejarano, el hijo mayor del
dirigente deportivo, quien ordenó el crimen.
A Carlos Arias
Guinand, otro de los hijos de Humberto Arias, le cometieron además un atentado
el 31 de marzo de 2010, un año antes de que muriera su padre.
Los registros de la
prensa nacional también están repletos de noticias de gente que mata a su
hermano, a su tío, a su mamá, por dinero.
En 2014 en
Bucaramanga un abogado ordenó matar a su abuela de 90 años para cobrar una
herencia de $2000 millones y cubrir una deuda. Un juez lo condenó a 17 años de
cárcel.
En 2015, en el barrio
Nuevo Horizonte de Sabanalarga, Atlántico, fue capturado Kevin Díaz Charris,
acusado de ser el autor intelectual de la muerte de su padre, Wilder Manuel Díaz
Tordecilla, de 46 años.
Presuntamente, Kevin
pretendía apoderarse de una herencia de $18 millones.
"Es posible que
otras personas manipulen a los individuos con trastornos antisociales para que
ejecuten este tipo de hechos",
El psiquiatra forense
Óscar Díaz asegura que la mayoría de este tipo de crímenes son consecuencia de
familias disfuncionales. La muerte de alguno de los miembros del clan es el fin
extremo de una historia de maltratos, resentimientos, disputas que nunca terminan
por solucionarse y en cambio el rencor cada vez se hace más evidente.
Un sentimiento que,
continúa el psiquiatra, es de mucho cuidado en personas con conductas
antisociales. Gente que jamás sigue las normas preestablecidas, actúa por
impulso, y por lo regular no siente arrepentimiento de sus actos, sino por el
contrario, la certeza de haber hecho lo que debían.
El joven que mató a
Virgelina Lozano Vidal se entregó a las autoridades; Chirley Vargas Lozano,
quien se encuentra en estado de embarazo, no aceptó los cargos.
En 2016, por
problemas de convivencia, 442 personas fueron asesinadas en Cali; en 2017
fueron 387, según el Observatorio de Seguridad de la Alcaldía.
Élmer ‘Pacho’
Herrera, el cuarto hombre del Cartel de Cali, llegó a ser uno de los capos más
ricos del país. Su dinero lo invirtió en unidades residenciales, casas, lotes y
fincas.
Dicha fortuna fue
disputada por sus hermanos, un sobrino e incluso un reconocido locutor de Cali,
quienes, según las autoridades, presuntamente intentaron a través de amenazas y
otras maniobras apoderarse de las propiedades del capo.
Tras el asesinato de
‘Pacho’ Herrera en 1998 en un conflicto con el Cartel del Norte del Valle, la
Fiscalía inició un proceso de extinción de dominio a cinco mil de sus bienes,
muchos de ellos en poder de testaferros que fueron amenazados por miembros del
Cartel del Norte del Valle, quienes finalmente se apoderaron de las
propiedades.
En 1999, justo por
esa guerra, fueron asesinados dos abogados del capo: el exprocurador Guillermo
Villa Alzate, y Vladimir Ilich Mosquera. También mataron a un contador y a
otros dos juristas.
Posteriormente, los
miembros que quedaron de la familia Herrera emprendieron una nueva disputa para
recuperar esas propiedades.
De otro lado, otra de
las herencias que acabaron familias en la región fue la de los hermanos Carlos
Andrés Grajales Gamba y Jairo Grajales Ospina, hijos extramatrimoniales del
empresario Ángel Jaime Grajales Santa, dueño del Parador de Buga. A los
hermanos Grajales los acusaron de haberse apoderado de manera ilegal de ese
establecimiento público.
Según la
investigación, los hermanos se aprovecharon de que su padre sufría de Alzheimer
para falsificar poderes, supuestamente firmados por su papá, que les
acreditaban como propietarios del negocio.
El objetivo era
recibir $11.000 millones de los $15.000 millones que debía girar el Instituto
Nacional de Concesiones, Inco, por orden judicial de la jueza Segundo Civil del
Circuito Norela Acosta Tenorio, para compensar la expropiación del predio y dar
continuidad al proyecto de la Malla Vial del Valle del Cauca
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