POR REDACCIÓN DE EL
PAÍS
Iván significa “aquel que Yavhé ha dado gracia”. Debe ser por eso que en redes sociales muchos aseguran que su postulación como candidato presidencial del Centro Democrático le llegó como caída del cielo.
Iván significa “aquel que Yavhé ha dado gracia”. Debe ser por eso que en redes sociales muchos aseguran que su postulación como candidato presidencial del Centro Democrático le llegó como caída del cielo.
Eso y otras cosas se
dicen en redes sociales de Iván Duque desde que se hizo público su deseo de
dirigir los destinos del país. La sátira se incrementa al tiempo que se eleva
su porcentaje de preferencia entre los colombianos en las encuestas que se realizaron
con los posibles votantes.
Lo que no saben
muchos de sus oponentes políticos e incluso seguidores es que Iván Duque,
aunque es abogado interesado en los temas económicos, desde niño ha estudiado
la política nacional. María Fernanda Yepes, actriz y novia en la adolescencia
de Iván, cuenta que desde los 15 años él mostró sus deseos de ser Presidente de
la República: “Desde chiquito le encantaba la política; era muy estudioso”.
El país también
desconoce que ni Iván ni su familia les prestan atención a los comentarios
desobligantes en Twitter o Facebook. Tampoco se imaginan que las madrugadas en
la casa de Iván Duque son un “despelote”. Que se levanta de lunes a viernes a
las cinco de la mañana a ayudarle a su esposa María Juliana a bañar y a vestir
a sus tres niños.
Que mientras esperan
la buseta que los llevará al colegio, conversan de lo divino y lo humano. Que
en ese lapso analizan las portadas de los periódicos, no importa que los
chiquillos todavía no superen los diez años de edad.
Tal vez presuman que
él es feliz rodeado de su familia, pero lo que obvian es que alcanza la gloria
viendo películas y comiendo maíz pira con sus pequeños. Que de tanto cantar “un
olor a tabaco y chanel” se lo contagió a su mamá. Que las canas no son
pintadas, que le empezaron a salir después de los 30.
Tampoco imaginarán
que aunque es nacido en Bogotá, es un gran bailarín, que canta en las reuniones
familiares, que de adolescente tuvo una banda de rock. Su mamá dice que se
deleita con un buen libro, que le gusta la poesía. Que cuando él era tan solo
un niño se sentaba cerca de la radio para escuchar las grabaciones de los
discursos de Jorge Eliécer Gaitán.
Es que —explica su
mamá Juliana— Iván toda la vida ha sido un apasionado por la política, no
porque se le haya infundado, pero sí puede ser porque es hijo de una politóloga
y un político, precisa. Entonces, desde muy pequeño Iván se interesó por
entender la realidad nacional y hablar de los problemas del país, no importa
que gran parte de su vida la haya pasado en el exterior.
Sus rivales y
seguidores tampoco sabrán que guarda una colección con los discursos del hombre
emblema del liberalismo en Colombia. Pero a Gaitán no es el único al que siguió.
También ha estudiado a Luis Carlos Galán. Es un lector voraz y su obra
preferida es La Arena, de Richard Nixon, que recrea los pasajes más asombrosos
de la vida del expresidente republicano de Estados Unidos, único en dimitir de
su cargo por un escándalo de corrupción.
Iván no es un hombre
de estar bajo las sombras. Tiene un ‘padrino político’ reconocido por sus
discursos explosivos, de temperamento fuerte. Pero él, sostiene su madre, es un
hombre tranquilo, que pocas veces pierde el control ante situaciones
frustrantes, críticas o adversas.
A él lo que sí lo
descompone es la deslealtad, el engaño. Y aunque esa revelación puede dejar
tranquilos a los seguidores uribistas que temen una traición, Juliana también
resalta el carácter fuerte de su hijo, por eso sostiene que “él no es ningún
títere”.
Tampoco es un hombre
de odios. Es que en su casa son librepensadores. Allí se respetan las ideas
contrarias, no importa si son de fútbol, de política o “de lo que fuera”. Iván
nació en el seno de una familia liberal. Él es hincha de la ‘Mechita’, su papá
(ya fallecido) era seguidor del DIM y su mamá del Atlético Nacional.
Su esposa, María
Juliana, es consciente de que ese ambiente de recogimiento que los ha albergado
durante los últimos quince años puede desaparecer con las carreras que le
traería la Presidencia de su esposo. Pero dice que está dispuesta a acompañarlo
y a multiplicarse en casa porque con Iván, el país tendrá una gran oportunidad
para encontrar el camino que lo lleve a la innovación, que despierte su
creatividad, que corrija las brechas sociales.
Iván, “el
misericordioso”, según el significado de su nombre, también es un hombre
íntegro, dice su madre. Por eso, coincide con María Juliana, su nuera, al
considerar que su hijo puede ser el Presidente que traiga la equidad a Colombia
y erradique los odios enquistados en esta sociedad.
Aunque el candidato
del Centro Democrático sea un hombre “lleno de gracia”, su mamá asegura que no
es por eso que será Jefe de Estado: “No fue un niño como cualquier otro. Desde
chiquito supe que iba a llegar lejos, él ha estudiado para formarse, para
respetar. Es honesto y trabajador”.
María Juliana es su
esposa desde hace quince años, dice él que es su polo a tierra y quien trata de
llenar los espacios que por la campaña presidencial él ha tenido que dejar en
su hogar.
Iván Duque Márquez
nació en Bogotá hace 41 años. Tiene tres hijos (Luciana, Matías y Eloísa)
Es abogado de la
Universidad Sergio Arboleda, tiene un máster en Derecho Económico, en American
University y otro en Gerencia de Políticas Públicas de la Georgetown
University.
Fue senador del
Centro Democrático en el periodo 201-2018.
Fue jefe de la
División de Cultura, Creatividad y Solidaridad en el BID, consejero Principal
de la Dirección Ejecutiva para Colombia, Perú y Ecuador en el BID .
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