“En
el fútbol lucho cada pelota, como luchó mi madre en la vida”, dice Vanesa
Santana, una argentina que llegó hace año y medio a Colombia con el sueño de
consolidarse como futbolista profesional. Ha disputado una final con el
Atlético Huila y ahora busca la victoria en el América de Cali.
‘Santana’, como la
llaman sus compañeras, empezó a jugar con varones desde los 4 años en la liga
del barrio José Hernández, de Buenos Aires.
Es una mediocampista fuerte. Cuando una rival viene con el balón, solo pasa la rival, porque la pelota se queda con ella. Ese es su trabajo, luchar y recuperar.
Es una mediocampista fuerte. Cuando una rival viene con el balón, solo pasa la rival, porque la pelota se queda con ella. Ese es su trabajo, luchar y recuperar.
La argentina llegó a
Colombia primero al Atlético Huila, por medio de Carolina Pineda, su amiga y a
quien admira. Provenía de Estudiante de Guárico, de Venezuela, donde fue
refuerzo para la Copa Libertadores de 2016, logrando un subcampeonato.
En el 2017 tuvo la
oportunidad de llegar a la final de la Liga colombiana, pero se le fue el sueño
de las manos al caer contra Santa Fe. Ahora pertenece a la escuadra del
América, donde también comparte con Pineda.
Cuando inició en el
fútbol solo jugaba con varones. Cuando iba a los entrenos “yo era la única
mujer en todo el bus con los nenes. Pero las mamás de ellos siempre me
cuidaban. Ellos me tiraban a cinco calles y me decían ‘corré a tu casa’, yo
corría y gritaba ‘mami, llegué’”.
María Elsa, su madre,
no la podía acompañar a sus entrenamientos, porque no podía dejar su trabajo.
Tenía cinco bocas que alimentar. “Ella siempre me decía: ‘Vane’, andá”.
Vanesa es la menor de
cinco hermanos (Sandro, Naya, Fátima y Leonardo). Cuando tenía tan solo un año,
su padre se fue. De su parte no sabe nada de él. Fue Maria Elsa quien los sacó
adelante trabajando en una casa de familia.
En Argentina no podía
jugar fútbol profesional, porque para las mujeres solo es amateur. Por eso
decidió venir a Colombia.
A las 14 años cumplió
su primera meta. Jugar en Boca Juniors, su equipo del alma, donde estuvo por 12
años. “Fue muy duro al inicio porque era muy chica y Boca tenía jugadoras muy
buenas, pero ahí fue donde me formé”, cuenta la argentina.
América fue un golpe
de suerte para Vanesa. De su mamá aprendió a irse de donde no se sintiera bien.
Por eso, su momento más difícil en Colombia fue cuando decidió renunciar al
Atlético Huila, donde ya no se sentía conforme.
El dilema era volver
a su país o seguir sus sueños. “Mi mamá me dijo: ‘seguí luchando siempre por lo
que amás’”. Tomó fuerza y se quedó.
Ella rescata el
fútbol femenino en Colombia. “Tener liga profesional es un paso, en los
estadios hay gente. Allá, aunque sea gratis, no se llena. Es un país muy futbolero,
pero es muy machista”, aseguró.
En Argentina es
costoso, “uno tiene que jugar y trabajar”. Solo apoyan Boca, San Lorenzo,
Urquiza y River.
Por suerte, llegó al
América, donde también juega con Carolina Pineda, Vanesa Castro y Vanesa
Franco, que fueron compañeras suyas en el Huila.
Sus compañeras son
risueñas y animadas, Vanesa prefiere quedarse callada, pero no puede evitar
soltar la risa. Ellas dicen “no, pero es que Vanesa no recocha”.
Con el club escarlata
solo siente gratitud, lo ha recibido todo. América le devolvió la oportunidad
de soñar. “Mi entrega hacia el club es fundamental porque volví a vivir el
fútbol gracias a ellos”, dice Vanesa.
Para Carolina Pineda,
su mano derecha, ella es “muy silenciosa, todo lo demuestra a través de lo que
ella hace”, porque es “una jugadora impresionante”.
La argentina se ha
enamorado de Cali, del sancocho y su gente. Le gusta estar en la ciudad. Aunque
el calor sea su único enemigo, en un futuro se ve viviendo en el país cafetero.
Lo que más extraña de
Argentina es su familia. Tomar mate en las mañanas con su madre. Pero, sobre
todo, pasar un domingo con sus sobrinos, después de un sábado de fútbol.
En el mediocampo
siempre recibe consejos de Catalina Usme. Su entrenador Jersson González ya la
ha aprendido a conocer. “Manejar mujeres es complejo”, asegura.
Santana vive con
Vanessa Castro y algunas veces van a las academias de fútbol para compartir con
los niños. En las mañanas practica inglés con el equipo, tienen una tutora,
pero es “malísima” para ese idioma
Desde que tenía 15
años, Vanesa inició su proceso en el seleccionado argentino con la Sub 17. Pero
fue en la Copa América de Chile de este año donde decidieron alzar la voz
exigiendo igualdad.
Sufrieron varias
injusticias por parte de la AFA, desde tener que poner dinero de sus bolsillos,
hasta jugar con prendas 2006. Sin embargo, el continente las aplaudió, por ser
una de las mejores cuatro selecciones y entrar al repechaje para ir al Mundial.
Su madre sigue siendo
su pilar. Santana lucha cada balón. “Sin recocha”, como dicen sus compañeras,
porque la picardía la deja para la cancha, por eso ella espera seguir
‘guerriándola’ acá.
Vanessa Santana
Edad: 27 años (3 de
septiembre de 1990)
Posición:
mediocampista
Perfil: derecho
Nacionalidad:
argentina
Altura: 1,66 metros
Peso: 54 kg
Palmarés: campeona de
los Juegos Odesur en el 2014 con Argentina. Subcampeona Copa Libertadores 2016,
Subcampeona Liga Colombiana 2017.
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